miércoles, 2 de junio de 2010

ANTIGUO EGIPTO





Los primeros autómatas de la historia datan aproximadamente del año 1300 a.C., cuando el faraón Amenhotep III manda construir su templo mortuorio en Luxor, en cuya entrada se colocaron dos colosos de unos 18 metros de altura que fueron tallados sobre bloques traídos expresamente desde Gebel el-Ahmar por orden del arquitecto del templo, Amenhotep hijo de Hapu.
Por si acaso no fueran excesivamente amenazadores, para preservar el descanso eterno del faraón, una de ellas estaba concebida para emitir sonidos al amanecer: al salir el sol del desierto, el agua que había en su interior se evaporaba y salía por unas fisuras estratégicamente calculadas para generar un sonido parecido al habla. ¡Cualquiera se atrevía a entrar si una mole gigante de piedra te hablaba!

Los colosos son famosos desde la antigüedad: los griegos, en concreto Estrabón, detectaron este fenómeno y dieron lugar a la leyenda. Se decía que este coloso era la imagen del mítico guerrero Memnón, hijo de la Aurora, muerto en un enfrentamiento con Aquiles, que con un gemido saludaba cada mañana la aparición de su madre por el horizonte.

Los sacerdotes egipcios siempre intentaron impresionar a los ciudadanos con estas artes, de hecho, se dice que existían ya entonces estatuas con brazos mecánicos o que echaban fuego por los ojos, como la de Osiris, aunque verdaderamente, en el caso de los colosos de Memnon, lo que ocurrió es que, tras un terremoto en el año 27 d.C. se desmoronó la parte superior de la estatua, provocando una grieta hasta la cintura, y el calentamiento de la piedra con los primeros rayos de sol hacía que esta emitiese ese sonido característico. El lugar se convirtió en motivo de peregrinación de ilustres viajeros que llegaban hasta las estatuas para observar el fenómeno, dejando, muchos de ellos, grabadas sus impresiones sobre el zócalo, como el emperador Adriano y su esposa Sabina. El coloso "cantó" hasta la restauración ordenada por Septimio Severo a principios del siglo III.

¿Qué hay de verdad? ¿Tenía agua realmente en su interior? ¿Era la roca simplemente? Dejémoselo a los historiadores o arqueólogos...

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