Como a los chinos no se les ocurría nada más que inventar, se sacaron de la manga una pajita que regulaba la cantidad de vino bebido por los participantes de una apuesta. Consistía en un tubo de bambú de unos 2 metros de longitud (pedazo de pajita) con un tope deslizante en su interior. Si se succionaba demasiado, el tope interno obstruía la salida del líquido, y lo mismo ocurría si no se succionaba suficiente, así que el truco estaba en calcular la fuerza con que chupaban...
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